En una vías respiratorias saludables, las vías respiratorias superiores se encargan de calentar y humedecer el gas durante la inspiración. Además, el gas se satura completamente con vapor de agua a una temperatura corporal central (por lo general, 37 °C, 44 mg/L) cuando alcanza las vías respiratorias distales.1
Sin embargo, durante la ventilación invasiva se sortean las vías respiratorias superiores, junto con sus mecanismos de protección y humidificación de las vías respiratorias naturales. Por lo tanto, los gases que suministran calor y humedad son importantes en el transcurso del tratamiento. 1,2
¿Por qué es importante la humidificación?
Por lo general, el gas médico está frío y seco (≤15°C, <2 % de humedad relativa) en comparación con la temperatura ambiente (22 C, 50 % de humedad relativa). La administración de gas frío y seco a las vías respiratorias está asociada con una mayor pérdida de agua y calor, inflamación en el epitelio de las vías respiratorias y un mayor riesgo de lesiones en las vías respiratorias. Además, una humidificación insuficiente puede perjudicar la expulsión de secreciones y aumentar el riesgo de bloqueos en las vías respiratorias. Estos efectos se agravan en lactantes prematuros: se ha demostrado que unos pocos minutos de ventilación con humidificación insuficiente aumentan la resistencia de las vías respiratorias, reducen la distensibilidad del pulmón, aumentan el riesgo de fugas de aire y la necesidad de una administración de oxígeno complementaria.1,2
Existen varios beneficios importantes asociados con la humidificación.3–6